TEORÍA DE LA ESPIRAL DEL SILENCIO

ELISABETH NOELLE-NEUMANN


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ANÁLISIS DE LA TEORÍA: 


Los medios de comunicación masiva pertenecen al sistema por el cual el individuo consigue informarse sobre su entorno. 

Respecto de todas las preguntas que no atañen en su esfera personal, depende casi totalmente de los medios masivos tanto a lo que se refiere a los hechos mismos como a la evaluación del clima de opinión. 

El individuo tiene su opinión y su forma muy personal de pensar de acuerdo a factores como educación,  cultura, creencias, entre muchas otras cosas que crean la individualidad de un ser humano. 

La teoría de la espiral del silencio postula que las personas tienen miedo a ser aisladas del círculo social por no tener la misma opinión, a raíz de este temor surge la idea de adaptarse. 

Establece que la corriente de opinión dominante o percibida como vencedora en una sociedad, genera el efecto de atracción que incrementa su fuerza final. 

Si la persona queda aislada, rezagada o en "silencio" por no estar agrupada en la opinión mayoritariamente busca protección, para poder ser aceptada en el grupo lo primero  que hace es admitir la opinión generalizada y entonces se sentirá más segura de no discrepar. 
 
Eso la lleva a concluir que los movimientos de adhesión a las  grandes  corrientes de opinión son un acto reflejo del sentimiento de protector que confiere la mayoría y el rechazo al aislamiento, al silencio y la exclusión. 

Espiral del Silencio




INTERPRETACIÓN DE LA TEORÍA: 



REDES SOCIALES. 


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Los medios de comunicación son los principales generadores de opinión pública; por tanto, si un conjunto de individuos opinaba diferente de lo que decían los medios, entonces eran socialmente apartados o no tomados en cuenta. Así, los criterios se unificaban y la opinión pública se volvía homogénea. Las personas difícilmente externaban sus opiniones por temor a ser rechazados o aislados de la comunidad.

Las redes sociales, en este sentido, han construido una opinión pública digital muy al margen de lo que se dice en los medios de comunicación tradicionales, que en algunas ocasiones no sólo es diferente, sino incluso opuesta. Esto ha impulsado que el crecimiento de los medios digitales de información se haya disparado en los últimos años y que el consumo de medios como televisión abierta, impresos o radio vaya a la baja.

Los usuarios que han manifestado una opinión diferente o políticamente incorrecta han sido objeto de sanciones sociales, en que la comunidad se torna en contra de ellos y se ha ejercido una especie de linchamiento digital. Como ejemplo tenemos el caso de #LadyChiles, quien publicó un vídeo en que increpaba a su trabajadora doméstica por tomar comida sin su permiso, sin sospechar que sería objeto del escarnio público. O bien, el caso de Pedro Torreblanca, funcionario de la delegación Benito Juárez, quien en un grupo de Facebook hizo públicos comentarios de carácter clasista, e incluso racista, que le costaron el trabajo.

Al revisar el caso de la opinión pública en Internet y las redes sociales, cabría preguntarnos si éstas representan un espacio de interacción y discusión de temas o son espacios donde se homogeniza la opinión. La respuesta no deja de ser difícil, pues en todo caso nos costará aceptar que somos nosotros mismos quienes limitamos nuestra opinión.

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